¿Tanto te importa el qué dirán?

Me parece que existe una enfermedad tan contagiosa como la gripe, pero no la propaga un virus, sino que la adquirimos apenas crecemos y nos integramos al mundo que nos rodea.

Los puntos de contagio están en todas partes: El hogar, la escuela, la oficina, el gimnasio, el internet, etc. Cuando menos lo esperas, te contagias y a lo mejor se te hace una enfermedad crónica, difícil de curar.

¿Sabes a que me refiero? A la necesidad desesperada de que las demás personas te aprueben, es decir, ¡Lo que piensa otra gente de ti es más importante que lo que tú piensas de ti! Es posible que se te vaya la vida esforzándote por lograr la aprobación ajena, o preocupándote por alguna contrariedad pasada. Si el deseo de aprobación externa se ha convertido en una verdadera necesidad para ti, significa que tienes mucho que hacer a tu favor.

¿Cómo saber si te contagias?

Es precisamente en la adolescencia cuando esta enfermedad se suele contraer. ¿No es verdad que lo peor para alguien de tu edad es caerle mal a los amigos y amigas, llevarles la contra? Por eso, creo yo, cuando vemos un grupo de adolescentes en la calle muchas veces parece que compraron su ropa en el mismo lugar, se peinan casi igual y hasta se ríen de la misma manera. Seguramente es para quedar bien y encajar en el grupo.

Así que tú podrás empezar por intentar entender que la búsqueda de la aprobación externa es un deseo, más que una necesidad. A todo el mundo nos gusta que nos aplaudan, hagan cumplidos y alaben. Nos sentimos muy bien con esa clase de caricias mentales. ¿Quién querría renunciar a todo eso? Pero no hace falta. La aprobación no es un mal en sí misma; en realidad, la adulación es agradable. El peligro estriba en que te pases la vida necesitando que aprueben lo que haces, en vez de solamente desearlo.

Si solo deseas la aprobación porque te sientes feliz con el apoyo y la aceptación de la demás gente, no hay problema; pero si necesitas el apoyo de las personas para cada acción que emprendes, puedes derrumbarte en caso de no conseguirlo. Si padeces este tipo de necesidad, te expones a sobrellevar muchas miserias y frustraciones en la vida.

¡Deshazte de la necesidad de aprobación!

Aquí no van signos de interrogación. Hay que erradicar esa necesidad de tu vida si quieres realizarte como persona. Es imposible vivir en este mundo sin provocar la desaprobación de la gente, a veces en forma grave. Así es la humanidad. ¡El precio que pagamos por vivir! Tengo para ti el ejemplo de un muchacho que tenía la mentalidad de necesidad urgente de aprobación:

Rubén tenía varias ideas y opiniones sobre temas polémicos, como el control natal, el aborto, el conflicto del Tíbet, los inmigrantes, la política, la ecología, la seguridad pública y demás. Lo curioso es que cada vez que platicaba con alguien, si Rubén encontraba rechazo o resistencia a sus ideas, enseguida se desdecía. Gastaba mucha energía intentando conseguir el apoyo de la gente en todo lo que decía y hacía.

Un día, en casa de su novia, de pronto se encontró comentando sobre un caso de eutanasia que había salido en la tele. Rubén declaró ante su “suegro” que creía firmemente en esa práctica; peri cuando el señor frunció el ceño, rápidamente modificó su postura: “Bueno, lo que quise decir es que si una persona está consciente y en uso de sus facultades, y pide morir, entonces está bien! Vio que su suegro estaba de acuerdo y respiró con más facilidad.

Al día siguiente, Rubén también dijo a su jefe que aprobaba la eutanasia, pero esta vez la desaprobación fue vociferante: ¡cómo se atreve a decir algo así” ¿No se da cuenta de que es jugar a ser Dios? Rubén, no pudo tolerar semejante repudio y cambió: ¡Yo me refería a casos extremos, cuando el enfermo está declarado legalmente muerto, pueden desconectar sus aparatos para respirar!

Luego, con su hermano, Rubén expresó su opinión y de inmediato recibió aprobación. ¡Ahora todo fue muy fácil! ¡No tuvo que cambiar! Rubén deambulaba por círculos sociales sin opiniones propias, pues siempre cambiaba para congraciarse con los demás. Era prácticamente invisible, sacrificaba su verdadera personalidad para ser lo que otras personas querían.

Es difícil cuando te rechazan o censuran, y más sencillo adoptar un comportamiento que inspire aprobación. Pero entonces le das más importancia a la opinión de las demás personas que a tu propia valoración. Es una trampa peligrosa y difícil de evitar en nuestra sociedad, pero vale la pena esforzarse por evitarla. Para darte ánimos, recuerda que nuestro gran amigo Jesucristo fue un hombre extremadamente realizado, que predicó la confianza en uno mismo y jamás temió provocar la censura de los demás.