¿Eres celoso con tu pareja?

¿Te la pasas celando y cuidando a tu pareja, sintiéndote inseguro de dónde está, con quién está, qué hace o deja de hacer mientras no está contigo? ¿Sientes deseos infinitos de revisar su celular, su ordenador, sus notas, buscando información que pueda incriminar a tu pareja en algún acto de infidelidad en cualquiera de sus escalas? ¿Evalúas su mirada, su respiración, cada uno de sus gestos, cada vez que le haces alguna pregunta, le suena el teléfono o saluda a alguien en la calle?

Pues te digo lo siguiente: estás perdiendo tu tiempo, pero sobre todo estás sacrificando tu paz. Evidentemente nadie quiere ser víctima de un engaño, de una infidelidad o cualquier tipo de acto que pueda ser considerado desleal o traicionero. Pero de qué sirve estar con alguien que no te inspira confianza, que no puedes poner la cabeza en la almohada sin estar con esa persona, sin pensar qué estará haciendo, y obviamente, ése: “qué estará haciendo” dista mucho de imaginarse que está sumergido en recuerdos y pensamientos que tienen que ver contigo.

Acá debemos revisar varias cosas asociadas al porqué celamos a esa persona, si es nuestra forma de relacionarnos, el problema es netamente nuestro. Acá debemos revisar qué creemos merecer en el amor, cuáles son nuestras creencias en relación a las relaciones y la fidelidad, cómo está nuestro amor propio, si hemos sido víctimas previamente de traiciones o cualquier otro factor que tenga un origen interno, más allá de la persona con la cual nos relacionemos.

Esto requiere de un trabajo individual, en el cual la pareja puede ayudar, pero será responsabilidad de cada uno entender las causas de los celos y tomar medidas, desmontando creencias, perdonando y aceptando experiencias pasadas, entendiendo que cada vivencia es diferente, que cada persona es diferente y cada relación es diferente, pero sobre todo amándonos y estableciendo claramente lo que queremos para nuestras vidas.

Si la conducta celosa no es habitual, sino generada por la fractura de la confianza por parte de la pareja, no contemos con la honestidad o sinceridad del otro, porque podemos quedarnos de por vida esperando. Estemos alerta a las señales y si las dudas no se disipan, sino que más bien se incrementa el estado de incertidumbre o desconfianza, consideremos seriamente la opción de marcar distancia en la relación.

Entendamos que cada quien está con quien quiere estar, cada quien se compromete en la medida que su capacidad le dé. Perdemos el tiempo celando e intentando controlar, vivamos relajados nuestra relación, disfrutándola al máximo, pensando que nuestra pareja nos cuida tanto como nosotros a ella y si no saben valorar nuestro amor y como pasa normalmente, la verdad cae por su propio peso, sencillamente marquemos retirada y que haya durado lo que tenía que durar.

De nada sirve martirizarnos con dudas, para estar desconfiando de la persona con la que estamos, es preferible dejar de estar, porque el amor en cualquiera de sus formas debe ofrecernos paz. Si no nos valoran, no somos nosotros los que estamos perdiendo, pierde aquel que no sabe apreciarnos. Pero no nos coloquemos en papel de detectives, de hacernos historias en la mente o de desconfiar, porque eso lo que hará será siempre perjudicar la relación y no nos permitirá disfrutar de la relación, torturándonos y haciendo la vida del otro algo indeseable (en caso de que no podamos disimular nuestra inseguridad). Actuemos sobre hechos, no sobre suposiciones.