7 prácticas para desarrollar el buen gusto por la escritura y lectura en los niños

El uso de las habilidades de escritura, al igual que las de lectura, es imprescindible no sólo para un buen rendimiento escolar sino también para un buen desempeño y adecuación fuera del ámbito escolar y a lo largo de toda la vida.

Metacognición y escritura

Algunas investigaciones llevadas a cabo en niños de edad preescolar y de los primeros grados escolares avalan la capacidad que tienen para reflexionar en la escritura a través del uso de estrategias metacognitivas que les ayuden a escribir mejor. Estos resultados apoyan la enseñanza temprana que promueva el uso de habilidades metacognitivas para aprender a escribir, ya que tiene un efecto positivo sobre la habilidad de escritura. Los niños que utilizaron este tipo de estrategias, produjeron textos narrativos más largos, completos y cualitativamente mejores, y tales logros se mantuvieron en el tiempo.

Sin embargo, es necesario enseñar explícitamente a planificar, monitorear, revisar y corregir la elaboración de un mensaje escrito, para que posteriormente el niño pueda interiorizar estas estrategias como propias, convirtiéndose así en un escritor autorregulado. 

Por otro lado, la retroalimentación y corrección entre pares de las producciones escritas, favorece aspectos estructurales del texto, tales como su contenido, coherencia y objetivos. 

Enseñanza de estrategias metacognitivas de escritura

A continuación, se describe una posible intervención educativa que los docentes podrían poner en práctica para enseñar a escribir utilizando habilidades metacognitivas. La misma, está basada en resultados de investigaciones y enfatiza la necesidad de dedicarle un espacio y un tiempo adecuados a la reflexión y a la producción en la escritura. 

Tiempo para leer. La idea es que el niño tenga experiencias con narraciones interesantes y bien escritas antes de escribir sus propias historias. El docente elegirá el texto modelo para que los niños lo lean y lo comenten después de la lectura.

Tiempo para planear. Implica definir sobre qué se escribirá, cómo se organizará y ordenará el contenido, y establecer objetivos para evaluar la calidad y eficacia de lo escrito.

Tiempo para escribir. Se sugiere proporcionar todo el tiempo que los niños necesiten para escribir su texto.

Tiempo para revisar. Cuando los niños tengan el primer borrador, el docente debe animar a que revisen los errores de gramática y ortografía como la estructura del texto.

Tiempo para corregir – reescribir (1): Implica que los alumnos puedan emplear estrategias que les permitan solucionar los problemas encontrados en la etapa anterior. El docente debe proveer modelos que ejemplifiquen cómo se pueden hacer las correcciones.

Tiempo para compartir. El docente debe animar al alumno a compartir los textos con sus pares (compañeros de su mismo salón de clase o de grados más avanzados) a fin enriquecerse de la revisión y corrección en conjunto, resaltando los aspectos positivos, pero reconociendo lo que debe mejorarse.

Tiempo para volver a escribir (reescribir). Se vuelve a escribir luego de haber pasado por dos borradores (docente y pares), lo cual también facilita que el alumno comprenda que la escritura es un proceso lento, de construcción, que implica tiempo y flexibilidad.

 

 

Autor: Marisel Gutierrez. Lic. en Psicopedagogía. Lic. y Prof. en Psicología. Doctoranda en Psicología con orientación en Neurociencia cognitiva aplicada.