Filosofía adventista de la música

Dios ha entretejido la música en la trama misma de su Creación. Cuando creó, “cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los ángeles gritaban de alegría” (Job 38:7). Debido a que Dios creó a los seres humanos a su imagen, compartimos el amor y el aprecio por la música con todos los seres creados.

 

La música puede tocarnos y conmovernos con un poder que trasciende las palabras o cualquier otro tipo de comunicación. En su mejor y más pura expresión, la música eleva nuestro ser a la presencia de Dios, donde los ángeles y los seres no caídos lo adoran con cánticos.

Sin embargo, el pecado ha ocasionado graves daños a la creación. En todas las áreas, este mundo y los dones de Dios nos llegan con una mezcla de bien y mal. La música ya no es moral ni espiritualmente neutra. Tiene la capacidad de elevarnos hasta la exoeriencia humana más sublime, o puede ser usada para rebajarnos y degradarnos, para despertar sensualidad, pasiones, desesperación, ira y odio.

E.G. White nos aconseja: “La música, cuando no se abusa de ella, es una gran bendición; pero cuando se la emplea equivocadamente se convierte en una terrible maldición”. – “Debidamente empleada (…) es un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas más nobles, y a inspirar y levantar el alma”.

Respecto al canto, E.G. White escribe: “Cuan a menudo recuerda la memoria alguna palabra de Dios al alma oprimido y a punto de desesperar, mediante el tema olvidado  de algún canto de la infancia. Entonces las tentaciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo propósito, y se imparte valor y alegrpia a otras almas (…). Como parte del servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración. En realidad, más que un canto es una oración. (…) Al conducirnos nuestro Redentor al umbral de lo infinito, inundado con la gloria de Dios, podremos comprender los temas de alabanzas y acción de gracias del coro celestial que rodea el trono, y al despertarse el eco del canto de los ángeles en nuestros hogares terrenales, los corazones estarán más cerca del coro celestial. La comunión con el cielo inicia en la tierra. Aquí aprendemos la clave de su alabanza”.  1

Como adventistas, creemos y predicamos que Jesús pronto volverá. En cumplimiento de nuestra misión de proclamar al mundo los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14: 6-12, llamamos a todos los pueblos a que acepten el evangelio eterno, alaben a Dios el Creador, y se preparen para encontrarse con el Señor. Instamos a todos a que elijan lo bueno y no lo malo, a que digan “no” a la impiedad y a los deseos mundanos, y vivan “en este mundo con justicia, piedad y el dominio propio, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”.  (Tito 2:12-13)

Creemos que el evangelio ejerce una influencia sobre todos los aspectos de la vida. Por ello, sostene,mos que, dado el vasto potencial que tiene la música para el bien o para el mal, no podemos mostrarnos indiferentes a ella. Aunque entenderemos que los gustos musicales varían de manera significativa de una persona a otra, creemos que la Biblia y los escritos de Elena G. White sugieren principios que pueden influir sobre nuestras elecciones.

En este documento, la frase “música sacra o música religiosa” designa a la música que tiene como eje central a Dios y los principios bíblicos y cristianos. En la mayoría de los casos, es música compuesta para ser utilizada en los servicios de adoración, reuniones de evangelización o en la devoción personal, y puede ser vocal e instrumental. Sin embargo, puede que no toda la música considerada sacra o religiosa sea aceptable para un adventista. La música sacra no debería evocar asociaciones seculares  ni invitar a una conformidad con las normas mundanas de pensamiento o conducta.

Hay música compuesta para circunstancias  distintas a la adoración o la devoción personal. Apela a los temas comunes de la vida y a las emociones básicas del ser humano. Proviene de nuestro mismo ser, y expresa la reacción del espíritu humano ante la vida, el amor y el mundo en el que el Señor nos ha colocado. Esta música puede elevar o degradar moralmente al ser humano. No está destinada a alabar a Dios.

Ocho principios guiadores para el cristiano sobre la música

1.- La música que el cristiano escuche, interprete o componga ha de glorificar a Dios, ha de ser la más noble y la mejor: “Ya sea que coman o beban o hagan cualquier  otra cosa, háganlo todo para gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). Este es el principio bíblico fundamental. “Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio (Fil. 4:8)

2.- La música que escuchamos debe ser de calidad, equilibrada, apropiada y autentica, que fomente nuestra sensibilidad espiritual, psicológica y social, y nuestro crecimiento intelectual.

3.- Apela al intelecto y a las emociones, ya que afecta a todas las dimensiones del ser humano.

4.- La música debe dar muestras de creatividad basándose en melodías de calidad. Cuando  se recurre a armonías, han de ser usadas de manera interesante y artística, con ritmos que las complementen.

5.-  La música vocal ha de contener letras que estimulen positivamente nuestra capacidad intelectual, emociones y fuerza de voluntad. Las buenas letras poseen creatividad, riqueza de contenido y buen estilo. Se concentran en lo positivo y reflejan valores morales; educan y elevan, se fundamentan en una teología bíblica sólida.

6.- Los elementos musicales y líricos deben estar en armonía para influir sobre el pensamiento y la conducta; en concordancia con los valores bíblicos.

7.- La música ha de mantener un equilibrio entre los elementos espirituales, intelectuales y emocionales.

8.- Es necesario que reconozcamos y tomemos en cuenta la aportación que hacen los diferentes usos y costumbres a los estilos de la adoración a Dios. Las formas y los instrumentos musicales varían de manera considerable dentro de la familia adventista mundial, puede que la música proviene de un determinado pueblo suene extraña a personas de otro.

Crear e interpretar música desde una perspectiva adventista significa escoger lo mejor y sobre todas las cosas, acercarnos a nuestro Creador y Señor para glorificarlo.

Elevémonos a la altura que nos presenta el desafío de contar con una visión musical alternativa viable y como parte de la totalidad de nuestro mensaje profético, realizar una contribución musical adventista distintiva como un testimonio al mundo de un pueblo que guarda el pronto regreso de Cristo.

 

**Estas orientaciones fueron aprobadas y votadas el 13 de octubre de 2004 por el Concilio Anual de la Asociación general de la Iglesia Adventista del Septimo Día. Maryland, EUA.