El inicio de clases está cerca, por lo que a continuación te dejamos una lista de las 10 cosas que NO debes hacer en este ciclo escolar.
(1) No te propongas ser un mejor estudiante… mejor proponte sacar una cierta calificación en una cierta materia. Las metas muy generales, ambiguas o mal definidas suelen ser muy poco efectivas. Está comprobado. Numerosos estudios realizados por psicólogos y economistas que estudian el comportamiento señalan que es más fácil conseguir metas claras y precisas. Así que en lugar de poner en tu lista “sacar buenas calificaciones” mejor escribe “sacar 9 en estadística”, “obtener 10 en cinco de siete materias”, “sacar un promedio de 9.5 en el semestre”.
(2) No te propongas aumentar tus conocimientos… mejor proponte desarrollar nuevas habilidades. No es que estemos en contra de la gente que quiere aprender más, ser más culta, ser más erudita. Estamos en contra de la práctica, muy común en nuestro país, de “adquirir conocimientos” a través de simplemente memorizar conceptos que más tarde se repetirán, textualmente, en un examen, en un documento, en una conversación, sin entender qué significan, qué implican o para qué sirven. Así que en lugar de decidir, finalmente, leer un libro en particular o aprender sobre un cierto tema, lo que te sugerimos es que a través de ese libro o tema te propongas desarrollar una habilidad concreta y útil que contribuya a tu desarrollo personal o profesional.
(3) No te propongas solamente titularte… mejor proponte hacer una autoevaluación sobre lo que sabes (o no) hacer. Si bien es importante contar con el título (la diferencia entre los sueldos de titulados vs pasantes sugiere que el “papelito sí importa”) el título per se no te va a servir de mucho una vez que ya estés dentro de una empresa. Esta autoevaluación no requiere mucho tiempo ni herramientas muy sofisticadas, solamente que, de forma muy sincera, te hagas estas cuatro preguntas: ¿Qué es lo que sé hacer? ¿Para qué sirve lo que sé hacer? ¿Quién necesita lo que sé hacer? ¿Cuántas personas saben hacer lo mismo que yo? Si tus respuestas no te dejan muy tranquilo tal vez valga la pena pensar en un nuevo propósito: complementar tus estudios con algún curso o posgrado.
(4) No te propongas aprender otro idioma… mejor hazlo hasta estar seguro de que te puedes comunicar perfectamente en tu propio idioma. Resulta alarmante, más no sorprendente, las carencias en lectura, escritura y comunicación general con las que muchos jóvenes egresan de nuestro sistema educativo. Por ello no estaría de más que uno de tus propósitos fuera evaluar, y en su caso tomar acciones necesarias, si realmente puedes (o no) identificar la idea principal en un texto, si puedes (o no) sintetizar un texto o varias ideas en un par de líneas, si puedes (o no) explicarle a alguien más tu punto de vista de forma clara y precisa.
(5) No te propongas “aprender” inglés… mejor proponte “dominarlo”. ¿Ya sabes hablar inglés? Perfecto. ¿Te toma el mismo tiempo escribir algo en inglés que en español? ¿Puedes leer a la misma velocidad en inglés que en español? ¿Eres igual de simpático, sarcástico, claro, en inglés que en español? ¿No? Entonces quizás valga la pena proponerte dominarlo. La globalización y el hecho de que Estados Unidos es nuestro principal socio comercial exigen hoy en día que, tanto como estudiante y profesionista, tengas por lo mínimo el mismo desempeño en español que en inglés. De hecho, en algunos casos lo ideal sería que en inglés fueras todavía mejor que en español.
(6) No te propongas pasar más tiempo en la biblioteca… mejor proponte estudiar junto con otras personas. Está comprobado que las relaciones y contactos que vas construyendo a lo largo de tu vida jugarán un papel muy importante en tu futuro personal y profesional. La escuela, la universidad, el curso o diplomado que te encuentras tomando o el taller al que asistes suele ser un lugar ideal para que te des a conocer y para que le muestres a los demás qué es lo que te gusta hacer y en qué eres bueno. Estudiar con otras personas te ofrece el beneficio adicional de ayudarte a desarrollar habilidades para poder trabajar en equipo de forma eficiente y productiva.
(7) No te propongas estudiar para los exámenes… mejor proponte estudiar para las clases. Dejarlo todo para el último día (estudiar la noche anterior al examen) quizás sea un buen método para aquellas materias en donde tengas que memorizar fórmulas o conceptos para simplemente repetirlos en el examen, pero no es algo que te permitirá desarrollar una habilidad o aprender a manejar de forma efectiva una herramienta o proceso. La experiencia de aprendizaje es más rica y duradera si ésta se va dando a lo largo del curso y no en las diez horas previas al examen final.
(8) No te propongas dedicarle más “tiempo a la escuela”… mejor proponte dedicarle más tiempo a la escuela Y a otras actividades. Dentro de todas las cosas que puedes hacer para complementar tu educación se encuentra la opción de aprovechar los distintos medios que ofrecen las Instituciones de Educación Superior para encontrar un buen trabajo. Como las bolsas de trabajo, ferias de empleo, presentaciones corporativas, concursos y talleres auspiciados por empresas. En especial, un buen propósito sería dedicar suficiente tiempo a la elaboración de tu CV. Por “dedicarle tiempo” no sólo nos referimos a invertirle tiempo a su redacción y estructura sino a la generación de su contenido. No te esperes a terminar la carrera para comenzar a “circularlo”.
(9) No te propongas, ahora sí, “entrar a las clases”… mejor proponte aprovecharlas. Hay ocasiones en que no llegar a clases y quedarse platicando con los amigos parece mejor opción. Sobre todo cuando puedes pedir los apuntes o descargarlos de la página del profesor. Sabemos que es muy difícil convencerte de esto, sólo queremos recordarte que estás realizando una inversión muy cara en términos de dinero y tiempo. Aprovecha la oportunidad de aprender de alguien que tiene un buen dominio el tema y/o experiencia en él.
(10) No te propongas hacer todo lo anterior en el 2014… mejor proponte límites, metas precisas y “fechas de corte”. Pensar que tienes todo el año para cumplir con tus propósitos sólo dificulta más el que los consigas. Por ejemplo, si tu meta es “lograrlo en 2014” significa que podrías llegar al mes de noviembre y todavía “estar a tiempo” de conseguirlo. Es muy importante que empieces lo antes posible, que vayas evaluando tu progreso y que te des “recompensas” que te mantengan en la trayectoria de conseguir todo aquello que elegiste alcanzar este año.
El tiempo vuela. Hacer propósitos es distinto a cumplirlos. Muchos de los consejos que hemos mencionado aplican a otro tipo de propósitos, pero creemos que dentro de tus principales debe haber por lo menos uno que tenga que ver con aprender, desarrollar o fortalecer una nueva habilidad. ¡Mucho éxito!