Si quieres perseverar en esta vida es necesario que te esfuerces por ser mejor cada día, estudia, atesora cada conocimiento que adquieras, pero sobre todo pon tus planes en las manos de Dios.
Hace poco visité a una pareja que conozco desde hace muchos años, cuando eran jóvenes con niños pequeños. Ahora viven solos, en una casona que es muy grande para ellos dos, pues todos sus hijos ya tomaron rumbo y solo de vez en cuando vuelven unos pocos días y la casa campestre se llena de risas, gritos, y algunas veces de gemidos y llantos por algún percance infantil.
Son una pareja excepcional. Se casaron muy jóvenes y tuvieron una familia numerosa, tres hijos y tres hijas, están muy orgullosos de su prole, pues el balance es favorable. La siembra de valores y buenos principios cayó en buena tierra y los frutos son abundantes. Pocos padres pueden ufanarse de tener una familia de profesionistas exitosos y de haber recibido un diploma de la Universidad de Loma Linda, California, por ser los padres que han graduado cuatro hijos y una nuera de la carrera de Medicina en esa prestigiosa institución.
El secreto de una buena educación
Les pregunté cuáles son los secretos del éxito en la educación de la familia. El padre cree que la siembra de ideales desde la tierna infancia ayuda a los niños a fijarse metas y propósitos en la vida. Aunque los dos carecen de una educación formal, inculcaron en los hijos la idea de que ellos podían ser diferentes. El padre a un hijo le decía: “el científico”, a otra “la doctora” y en cada uno sembró la idea de que todo se puede lograr cuando hay un porpósito bien definido, la determinación y el coraje para alcanzarlo.
La madre, por su parte, cuidó con celo que no hubiera desviaciones de los objetivos y aplicó una disciplina firme. Como el agricultor pone estacas para que sus plantas se apoyen y alcancen su máximo desarrollo, de otra manera las ramas se vuelven rastreras y los frutos se malogran, en la casa hubo orden, los horarios se respetaban, la devoción religiosa era diaria y la asistencia a la iglesia era un requisito. En la iglesia llenaban una banca, y todavía disfrutan sentirse parte de una familia y miembros de una iglesia. Siempre hubo tiempo fijo para el estudio y las tareas escolares, y se recuerdan los ratos de convivencia como familia en la sala, donde un viejo piano acompañado de guitarras amenizaba inolvidables veladas.
Aprovechar las oportunidades
No había dinero, él era un obrero de la construcción cuyo salario no daba para la educación universitaria de 6 hijos, pero las oportunidades llegan quienes están preparados para aprovecharlas, y en el país de las oportunidades los hijos del obrero pudieron conseguir becas y préstamos del Gobierno para estudiar, pues el currículo personal y las excelentes calificaciones escolares, pusieron a los muchachos y muchachas entre los estudiantes promisorios en quienes el gobierno capitalista podía invertir con posibilidades de recuperar con creces la inversión.
El gobierno Norteamericano no es filántropo, pone a disposición de los jóvenes destacados becas, y después de un tiempo recuperar la inversión hecha cuando el estudiante se vuelve profesional. En esos profesionistas tienen gente comprometida con el sistema, pues una vez pagada su deuda, son fuentes permanentes de jugosos impuestos.
Muchos padres ven la educación como una mala inversión, tal vez porque han visto profesionistas naufragar, pero hay que tomar en cuenta que tanto los oficios como las profesiones exigen excelencia y en todas las esferas de la vida siempre habrá lugar para los buenos, siempre hay lugar disponible en todas las cumbres de las actividades humanas.
En estos tiempos, cuando el desarrollo tecnológico y el avance de la ciencia han roto todos los esquemas de las actividades humanas, la educación y la cultura no son adornos ni títulos nobiliarios de los ricos. La educación saca de la miseria al pobre, lo pule y refina para convivir mejor con sus semejantes, y lo habilita para encontrar un lugar digno en este mundo donde los espacios son cada vez más escasos y están más allá de este tiempo y este espacio, a la “renovación de todas las cosas” (Mateo 19:28) de la que habló Jesucristo, cuando él venga graduará a los seres humanos, y “recompensará a cada persona según lo que haya hecho”. – (Mateo 16:27)