Una actitud controladora, especialmente cuando se quiere aislar a una persona de su familia o amigos, suele ser una antesala de abuso. Este es un comportamiento peligroso que no debe ser tolerado.
A menudo el deseo de controlar, dominar o aislar a alguien es muchas veces causado por una baja autoestima. Las personas controladoras actúan así porque creen que es la única forma de retener al objeto de su afecto. Piensan que si le permitieran a la persona amada la libertad de elegir, él o ella escogería marcharse; y esto es algo a lo que le temen terriblemente. Semejante rechazo, validaría su mayor temor: que son tan inferiores e imperfectos que no pueden ser amados. A veces ese temor bordea la paranoia y puede tornarse violento.
Muchas personas controladoras piensan que para poder mantener a la persona amada deben restringir el contacto que tienen con aquellos que podrían animarlo a él o a ella a tomar la desición de abandonarlos. Por lo tanto, creen que deben restringir el contacto con su familia, amigos o a cualquiera que pueda apartarlos de ellos.
Conozco casos de maridos controladores que anotan el kilometraje del automóvil antes que su esposa lo utilice y después lo comparan con la distancia que hay de su casa a la tienda. Asimismo limitan el dinero de sus esposas y revisan el correo antes de que ella lo vea. Desconectan los teléfonos de la casa, prohíben los celulares, y les bloquean la conexión a Internet. Tal vez en una relación menos formal de un noviazgo las cosas no lleguen a esos extremos, pero del mismo modo suelen surgir intentos de dominar y de aislar a la pareja.
El comportamiento controlador
El comportamiento controlador suele presentarse de diferentes maneras, especialmente cuando la relación está en sus inicios. Un novio o novia controladora puede exhibir:
La tendencia de interrumpir frecuentemente a su pareja
La inclinación a afirmar sus propias opiniones con fuerza y seguridad.
La intención de menoscabar a su pareja
La tendencia a que su propio
Esto tiende a recalcar la idea de que la opinión del otro no tiene importancia, o que él o ella no es lo suficientemente inteligente como para abrigar ideas válidas.
El comportamiento controlador puede presentarse en detalles pequeños, como elegir el restaurante en que van a comer; o en asuntos mayores, relacionados con los valores de la fe. Las personas controladoras suelen interrumpir a su compañeroo compañera para corregirle los “errores” de un relato, e incluso no los dejan terminar y concluyen la historia ellos mismos.
Cuando se trata de asuntos importantes, no toleran desacuerdos. Si su pareja emite una opinión diferente, la parte controladora se muestra inflexible, reafirmando su opinión de manera dogmática e incluso iracunda. Emiten sus opiniones de una manera tan segura, que hacen que las demás opiniones parezcan inferiores o incluso estúpidas. Este patrón de comunicación negativo considera a la otra parte como un ser inferior cuyas opiniones prácticamente no valen nada.
¡El comportamiento controlador no solo es enfermizo, sino peligroso! Las estadísticas que hablan de miles y miles de esposas maltratadas no mienten. Estas mujeres saben que su seguridad, e incluso su propia vida, están en peligro. No permanezcas en una relación de esa naturaleza. ¡Corre, aléjate, huye, pide ayuda!
El amor debe ser expresado y aceptado libremente. El amor verdadero nunca es forzado, siempre da opciones, y una de ellas es permitir que el objeto de nuestro afecto pueda dejarnos o rechazarnos.
Nunca aceptes otra clase de amor que no sea el amor verdadero. En vista de que quién controla, domina y aísla no es capaz de ofrecerlo, no debes unirte sentimentalmente a dicha persona. Ora y anima al controlador para que busque ayuda profesional, pero no inicies una relación sentimental o de noviazgo con él.