El noviazgo es una fase muy bonita. Es la época de conocer, galantear, cortejar y buscar inspirar amor en alguien.
El amor cristiano durante el noviazgo, tenga la edad que tenga, debe ser una convivencia afectiva preliminar que madura y prepara a la pareja para un posible compromiso más profundo. Lo contrario, lejos de los principios de Dios, puede resultar en una experiencia nociva y traumática.
““¡Te Amo!” ¡Cuán significativas son estas palabras para dos jóvenes! Pero cuánto más maravillosas resultan cuando nos son dichas por nuestro Salvador quien desea que seamos felices y que encontremos gozo en nuestra relación del uno con el otro.” (Cartas a Jóvenes Enamorados, p. 7)
Observe algunos principios que ayudan a mantener su noviazgo cristiano dentro del punto de vista de Dios:
- No se enamore por ocio:
El noviazgo no es un pasatiempo y el cristiano de conciencia debe encarar el noviazgo como un paso importante y básico para una relación larga y feliz. Los matrimonios sólidos se derivan de noviazgos bien ajustados.
- No se una en un yugo desigual (2 Corintios 6: 14-18):
Iniciar una relación con alguien que no tiene temor de Dios y no es una nueva criatura puede dar lugar a un matrimonio equivocado. Y atención: incluso las personas que frecuentan iglesias evangélicas pueden no ser verdaderos convertidos o no llevar la relación con Dios en serio.
- Imponga límites en la relación:
El noviazgo moderno, desde el punto de vista de los incrédulos, está deformado, y en el, la intimidad sexual o prácticas que conducen a una intimidad cada vez mayor son normales. Pero el noviazgo del cristiano no debe ser así, lo que nos lleva al próximo mandamiento.
- Diga no al sexo:
Dios creó el sexo para ser practicado entre dos personas que se aman y tienen entre sí un compromiso permanente. Es una bendición para ser disfrutada plenamente dentro del matrimonio; fuera de él es impureza.
- Promueva el diálogo y la comunicación:
Hablar es esencial. Establezca una comunicación constante, franca y directa y no evite conversar sobre cualquier asunto.
- Cultive el romanticismo:
La coexistencia de dos debe estar marcada por la amabilidad, calidez y romanticismo. Esto no es un café, ni es cosa del pasado y trae brillo a la relación.
- Mantenga la dignidad y el respeto:
El noviazgo equilibrado tiene un trato recíproco de la dignidad, el respeto y el aprecio. El respeto es imprescindible para un compromiso respetuoso y duradero. El irrespeto es la falta de amor.
- Practique la fidelidad:
La infidelidad en el noviazgo conduce a la infidelidad en el matrimonio. Fidelidad es elemento imprescindible en cualquier tipo de relación coherente a la voluntad de Dios, que abomina la liviandad.
- Asuma públicamente su relación:
Una persona madura y consistente con la voluntad de Dios no necesita y no debe luchar contra sus sentimientos u ocultarlos.
- Forme un triángulo amoroso:
El noviazgo realmente cristiano solo es bueno entre tres: la pareja y Dios. Él debe ser el centro y el objetivo del noviazgo. Deje a Dios orientar y consolidar su noviazgo. Viva íntegramente las bendiciones que Dios tiene para usted través del noviazgo. Y sea feliz.
El amor verdadero es un principio santo y elevado, por completo diferente en su carácter del amor despertado por el impulso, que muere de repente cuando es severamente probado. El amor verdadero no es una pasión impetuosa, arrolladora y ardiente. Por el contrario, es sereno y profundo. Mira más allá de lo externo, y es atraído solamente por las cualidades. Es prudente y capaz de discernir claramente y su devoción es real y permanente. El amor es un precioso don que recibimos de Jesús. El afecto puro y santo no es un sentimiento, sino un principio. Los que son movidos por el amor verdadero no carecen de juicio ni son ciegos. La mansedumbre y la amabilidad, la tolerancia y la longanimidad, el no sentirse fácilmente provocado y el soportarlo, esperarlo y sufrirlo todo, esas cosas son los frutos que produce el precioso árbol del amor, de crecimiento celestial. Este árbol, si se lo nutre, se mantendrá siempre verde, sus ramas no se caerán, ni se marchitarán sus hojas. Es inmortal, eterno, y regado de continuo por los rocíos del cielo. (Cartas a Jóvenes Enamorados, p. 30.1)
por Pb. Maycon Assunção