«No soy político, y eso es lo que me diferencia», dijo Ben Carson al anunciar su candidatura a la primaria republicana. Y es cierto. Carson es psicólogo por la Universidad de Yale y neurocirujano por la Universidad de Michigan. Su experiencia política es sencillamente inexistente.
Pero esto, sin embargo, no lo convierte en el único outsider de la contienda republicana, pues ya hemos visto que Carly Fiorina viene del mundo de la empresa ―fue la CEO de la compañía Hewlett-Packard entre 1999 y 2005―.
Tampoco Carson es el único médico. Rand Paul, aunque proviene de una familia política ―es hijo de Ron Paul, congresista y candidato presidencial en las elecciones de 1988, 2008 y 2012― y es senador desde el año 2010, es oftalmólogo de profesión. Pero Carson, a diferencia de Rand Paul, cuenta con una exitosa y reconocida carrera internacional. Al poco tiempo de terminar la residencia, se fue a realizar una estancia en un importante hospital australiano, y al regresar se convirtió en el Director del Departamento de Neurocirugía Pediátrica del prestigioso Hospital John Hopkins, en donde se quedó hasta su retiro en 2013. Carson fue el primero en realizar exitosamente una hemisferectomía, un complejo procedimiento neuroquirúrgico que consiste en la extracción o inhabilitación de una de las mitades del cerebro, y luego alcanzó fama mundial con las separaciones de los siameses alemanes Patrick y Benjamin Binder y de dos bebés zambianos que habían nacido unidos por la parte superior de la cabeza. Por estos logros, en 2001, la CNN y la Revista Time lo incluyeron entre los 20 médicos y científicos más importantes del país y la Biblioteca del Congreso lo destacó como uno de las 89 «leyendas vivientes». Como si esto fuese poco, en el 2008, George W. Bush le entregó la medalla presidencial de la libertad, la condecoración civil más alta de los Estados Unidos.
Otro elemento que lo diferencia del resto de candidatos es su religión. Ben Carson es miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, una división del protestantismo que surgió en 1840 a partir de los estudios de William Miller y que se caracteriza por la observancia del sábado como día para el reposo bíblico y por creer en una segunda venida de Jesucristo. Según sus estadísticas, existen 17,5 millones de adventistas en el mundo, de los cuales el 68 % vive en América Latina y África. Su división norteamericana (que incluye también a Canadá) registra poco más de 1,2 millones de fieles. La presencia adventista en la política norteamericana es aún más minoritaria. Según un estudio del Pew Research Center, únicamente hay 2 adventistas en el Congreso de los Estados Unidos y son dos demócratas: Raúl Ruiz representante por California y Sheila Jackson Lee por Texas. Y, a su vez, siguiendo otro estudio del Pew Research Center, Estados Unidos nunca ha tenido, hasta ahora, un presidente adventista…
Esto, en parte, se debe a que los preceptos adventistas hablan de una estricta separación entre Iglesia y Estado: «La Iglesia encuentra en las enseñanzas de Cristo y de los apóstoles base suficiente para evitar cualquier militancia política institucional […] Cualquier compromiso político o partidario por parte de la denominación dificultaría la predicación del evangelio eterno». Sin embargo, Ellen White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista, con la intención de frenar el tráfico de alcohol de principios de siglo XX, escribió en 1914: «Al paso que de ningún modo debemos vernos envueltos en cuestiones políticas, no obstante es nuestro privilegio asumir nuestra posición decididamente […] No necesitamos esperar que Dios haga un milagro para producir esta reforma, y así suprima la necesidad de nuestros esfuerzos. Nosotros mismos debemos trabarnos en lucha con este gigantesco enemigo…».
Por otra parte, la Iglesia Adventista se caracteriza, también, por promover un estilo de vida saludable ―incluida la abstinencia de alcohol y tabaco y la exhortación a favor de una dieta vegetariana―. Esto último explica la gran cantidad de hospitales adventistas que hay alrededor del mundo, muchos de ellos gestionados por la organización Adventist Health International.
Este binomio de salud y religión jugará un importante papel en la campaña de Carson. De hecho, ya lo está haciendo. Su corta carrera política comenzó a principios de 2013, cuando fue orador, junto con el presidente Obama, del National Prayer Breakfast (en español: Desayuno de Oración Nacional) ―un evento anual que organiza la conservadora The Fellowship Foundation y en la que participaron figuras como, por ejemplo, Teresa de Calcuta y Tony Blair―. Durante su discurso, Carson criticó muy duramente la ObamaCare y apoyó el sistema de depósitos conocido como HSA (Health Savings Account), algo que todavía hoy mantiene, tal y como puede leerse en su página web, como uno de sus temas de campaña. Además, su eslogan es precisamente «heal, inspire, revive» (en español: «sanar, inspirar, revivir»), un evidente guiño metafórico a su trayectoria como médico.
Como decíamos, la religión también está teniendo su lugar. En la página web se recoge una frase suya que dice: «Con el trabajo duro, perseverancia, y la fe en Dios, puedes vivir tu sueño». Y otro de sus temas de campaña, bajo el título `Manteniendo la Fe en Nuestra Sociedad´, apunta: «Los Estados Unidos se fundó sobre principios Judeo-Cristianos. Este hecho nos debe enorgullecer […] Sin embargo, es necesario poner en reversa la tendencia reciente de progresistas seculares de utilizar jueces federales activistas para purgar a nuestra sociedad de la fe. Cualquier persona que desee ejercer su fe, por ejemplo, mediante la oración privada debería poder hacerlo». Asimismo, una de sus primeras reuniones como candidato, según relata su cuenta de Twitter, fue con pastores religiosos de la ciudad de Baltimore.
Ben Carson está construyendo, poco a poco, su liderazgo y su imagen política. Quiere diferenciarse del resto de candidatos ―lo que no es tarea fácil por la decena de contendientes― y aprovechar al máximo su background. Difícilmente vaya a convertirse en el próximo Presidente de los Estados Unidos; no será, al menos por ahora, ni el primer médico, ni el primer adventista. Pero esta campaña será el inicio de su carrera política, su nacimiento, su bautismo.