Este jueves 30 de marzo diversos países sudamericanos demostraron su preocupación debido a la grave crisis económica y política en Venezuela. Las reacciones no se hicieron esperar luego de que el miércoles, 29, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) del país asumiera las atribuciones del Parlamento venezolano. Una desestabilización de largo tiempo.
Debido a la fuerte repercusión la Agencia Adventista Sudamericana de Noticias (ASN) conversó con Orlando Ramírez, secretario ejecutivo de la Unión Venezolana Occidental (nombre eclesiástico del territorio), para saber cuál es la situación de la iglesia en el país caribeño.
¿De qué manera la situación de inestabilidad política en Venezuela está afectando a las iglesias, incluso a la iglesia Adventista del Séptimo Día y sus instituciones?
Dios ha sido muy bueno con el desarrollo de las actividades religiosas y eclesiásticas de todas las iglesias y congregaciones que hacen vida en el país. El desarrollo político difícil y complejo que se experimenta no ha interferido de manera directa, ni obstaculizado las labores de las iglesias y organizaciones religiosas en Venezuela, incluyendo la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
La grave crisis financiera que afecta a los venezolanos ciertamente tiene impacto también en los miembros. ¿Cómo está la situación, hoy, en las fronteras, especialmente con Brasil?
Por supuesto.
La crisis financiera del país es real y afecta la estabilidad económica de todos los venezolanos, y esto incluye a los miembros de la iglesia. Existe una alta inflación, profunda devaluación de la moneda y los precios cambian cada día. La mayoría de los miembros de la iglesia son personas dependientes, empleadas, de oficio obrero y en su gran mayoría reciben salario mínimo. Aprovechamos esta oportunidad para agradecer inmensamente en nombre de la Unión Venezolana Oriental a nuestros líderes, pastores y hermanos de la Asociación de Manaos y de la línea de la frontera de Brasil con Venezuela por su amor, apoyo y ayuda a nuestros hermanos y líderes de la frontera sur oriental del país, y un poco más allá.
El Señor multiplique su misericordia y su bondad con todos ustedes por el apoyo brindado a nuestros hermanos en estos días difíciles que afrontamos.
¿De qué manera la Iglesia Adventista en Venezuela mira esta situación en el país cuando incluso organismos internacionales miran con atención lo que está sucediendo en Venezuela?
La Iglesia Adventista del Séptimo Día en Venezuela ora cada día para que Dios otorgue su bendición y su misericordia sobre cada venezolano y habitante del país. Para que bendiga y proporcione sabiduría, dirección y cordura a los gobernantes y a todos los actores políticos y nos permita vivir en paz, armonía, unión, felicidad, libertad y seguridad de manera integral; además de legal y justa para todos y con todos.
Sabemos que la Iglesia en Venezuela tiene más de 100 años y, ¿sigue creciendo así? ¿Cuál es el panorama hoy en números y proyectos de los adventistas en Venezuela?
Así es. Ciertamente la Iglesia Adventista del Séptimo Día llegó al país el año de 1910. Ya son exactamente 107 años y Dios nos ha bendecido ricamente. Nos organizamos en el año de 1919 en la Misión Venezolana hasta 1950, y luego llegamos a conformar 2 misiones y pertenecíamos a la Unión Colombo Venezolana, con sede en la ciudad de Medellín, república de Colombia. Para el año de 1989 se creó la Unión Venezolana Antillana con sede en Caracas, Venezuela, conformada por 3 campos locales en suelo venezolano y un campo local conformado por las islas de las Antillas Holandesas: Curacao, Aruba y Bonaire, con una feligresía de 45.798 miembros bautizados y 177 iglesias organizadas desde el año 2010. Nuestro territorio fue reorganizado con 2 uniones: la Unión Venezolana Oriental con sede en la ciudad de Maracay, estado de Aragua; y la Unión Venezolana Occidental con sede en la ciudad de Barquisimeto, estado Lara.
Hoy somos 320,130 miembros. Contamos con 1,693 congregaciones de las cuales 1,100 son iglesias organizadas y 17 campos locales, 10 asociaciones y 7 misiones. Tenemos muchos proyectos evangelísticos y desafíos, como penetrar en nuevos territorios y grupos de personas, abrir 6 nuevos campos locales, otra Unión y muchos proyectos de servicio social y comunitario. ¿Cómo podremos hacer esto? Tan solo con la bendición y presencia abundante del Espíritu Santo. Parece imposible, pero creemos en el Dios que hace que lo imposible sea posible para su honra y gloria, para el cumplimiento de su designio y gran sueño: la salvación del hombre. Confiamos en él, creemos en su Palabra, esperamos sus promesas, y los recursos financieros necesarios para que todos estos proyectos y muchos más lleguen de alguna forma y nos permitan continuar y terminar la misión que nos ha sido encomendada.
Agencia Sudamericana de Noticias