En los últimos tres siglos, la ciencia y sus métodos presentaron a la humanidad certezas y objetividad hasta entonces inimaginables. De forma gradual, se volvió incuestionable, por ejemplo, la noción de que las emociones y toda su constelación de sentimientos eran resultado de procesos electroquímicos localizados esencialmente en los hemisferios cerebrales y, por lo tanto, independientes de órganos como el hígado, estómago o corazón.
Es el cerebro, por ejemplo, es el que modula la frecuencia cardíaca, pero seguimos viendo al corazón como órgano incomparablemente especial. Y, de hecho, lo es.
El movimiento, en todas sus formas, es una presuposición indispensable de la vida. Al garantizar el movimiento de la sangre, la circulación sanguínea ininterrumpida con la presión adecuada, el corazón justifica su preeminencia. Cuando vemos a los médicos inclinados sobre un paciente en el momento más adverso y dramático de todas las emergencias clínicas, el paro cardiorrespiratorio, tenemos literalmente, individuos masajeando el corazón externamente, intentando mantener la circulación y tratando de preservar el movimiento sanguíneo necesario.
Es preocupante que las enfermedades cardíacas son unas de las mayores causas de muerte en todo el mundo. Ante esto, la pregunta natural es: ¿cómo podemos prevenirlas? Veamos unos consejos valiosos:
Abandone la obsesión recurrente de hacer check upsy concentre sus energías en adoptar buenos hábitos y un estilo de vida saludable. Existen pocas cosas tan perniciosas como un resultado de examen normal, el cual comúnmente induce al paciente a postergar cambios que deberían ser inmediatos.
- Si usted fue diagnosticado con enfermedades como hipertensión arterial, diabetes mellitus, obesidad o dislipidemia, busque, de manera consistente, seguir el tratamiento, hacer uso correcto de los remedios, ir a las consultas de rutina y someterse a los exámenes de control. Cada una de las enfermedades citadas, cuando no son controladas, culminarán implacablemente en mayor riesgo de eventos cardiovasculares graves.
- Elimine el cigarrillo de su existencia y abandone el consumo de drogas, como el alcohol, metanfetamina y cocaína.
- Revea sus hábitos alimentarios, priorizando los alimentos naturales, con poca grasa, poca azúcar y poca sal. Reconozca que décadas de mala alimentación son un obstáculo por vencer con determinación y perseverancia.
- Pierda peso.
- Luego de una evaluación de un cardiólogo y de un ortopedista, comience a hacer actividad física. Internalice lo siguiente: el ejercicio físico es para toda la vida y no para temporadas (verano, vacaciones).
- Cuide de sus emociones. No dude en buscar ayuda profesional.
- Disfrute de la seguridad de que, por sobre todo y todos, existe Alguien omnipotente que cuida de usted. Dios hace bien al corazón. Dios hace bien para la salud.
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).
Sección a cargo del Lic. Nutrición José Fuentes Morales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
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