Hace unos años mientras aún cursaba la universidad, nos tocó clases con un peculiar profesor. En el transcurso del semestre nos ponía temas para exponer frente al grupo. Recuerdo que había uno que hablaba sobre la teoría de la evolución de Charles Darwin, y en las tareas nos pedía un escrito sobre cada tema.
Yo escribí mis creencias respecto al tema, pero pensé que al momento de revisarlos mi escrito le había pasado inadvertido a mi profesor. Pasó un tiempo, y nos avisó que nuevamente volveríamos a exponer en grupos. De los 5 que habían, mis amigos y yo seríamos los primeros en exponer.
Él se encargó de repartir cada tema por grupo, y "casualmente" nos dio el tema donde estaba la teoría de la evolución, y me pregunté por qué se volvió a temas que ya habíamos estudiado. Eso no es todo. Al momento de repartirnos los temas mis amigos y yo, me tocó exponer parte de la teoría. Honestamente me frustré. Pensé: ¿Qué? ¿Por qué nos lo puso otra vez? ¿Por qué ese tema? ¿Por qué a mí?... No quería hablar de mis creencias en público. Creí que un escrito bastaría.
Desde esa noche le pedí a Dios mucha ayuda, pues necesitaba su sabiduría para la situación, y sobre todo el valor para hablar abiertamente frente al grupo sobre Dios y la creación. Me puse nerviosa, pues pensaba que el profesor me pondría en ridículo, o si mis compañeros me cuestionaban y tal vez no supiera la respuesta.
Finalmente, con mucha oración, escogí 3 versículos sobre la creación que comprobaban que la teoría de la evolución es una teoría errónea y absurda. Los puse en mis diapositivas de Power Point y me preparé para la clase.
Llegó el día y cuando llegó la hora de la clase me temblaban mis piernas. Le pedí a Dios de su sabiduría, y que me ayudara a exponer tranquilamente. Gracias a Dios así fue, aunque por dentro aun tenía un poco de nervios. Yo fui la última en exponer. Cabe mencionar que apagamos las luces del salón para la actividad, y cuando acabamos, mi compañera quiso prender la luz con el interruptor... y no había. ¿Cómo te explicas que sin luz, pude exponer? La computadora se quedó prendida por la batería restante, pero, ¿y el proyector? –
Tengo miedo, no debería estar pasando esto" -dijo mi compañera- al ver que no había luz y mis diapositivas aún proyectadas en la pared. ¡Yo sí sabía qué había pasado!
Alabé a Dios profundamente en mi corazón, y sé que el profesor de algún modo lo reconoció porque no me reprochó nada ese día, ni mis compañeros.
Querido(a) joven: Nunca lo pienses 2 veces antes de dar a conocer a Dios a aquellos que tanto la necesitan. Recuerda que sin importar su reacción, Dios es quien va contigo y como dice su Palabra en Marcos 13:11 "Y, cuando los arresten y los sometan a juicio, no se preocupen de antemano por lo que van a decir. Solo declaren lo que se les dé a decir en ese momento, porque no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu Santo."
Te animo a hablar de Dios a quienes no lo conocen, así sea cuando en tu escuela se interponga alguna ocasión en la que debas dar testimonio de tu fe. Dios nos dice en Isaías 41:10 "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia."
Dios te bendiga, un abrazo.
Cristina Ruiz, es la autora del testimonio, y nos escribe para Tu Espacio Joven