El cirujano había sido criado en un hogar cristiano, pero gradualmente, al verse obligado a contemplar tantos sufrimientos, tantos cuerpos quebrantados y tanta muerte, murieron su fe y creencia en Dios
¿Cómo podía permitir Dios tantas tragedias?, se preguntaba. ¿Por qué permitía que quedaran huérfanos esos niñitos? ¿Por qué permitió que muriera esa niñita?
Un día fue llevado a la sala de operaciones un muchachito de cuatro años con una grave infección en el apéndice.
-Hijito – le dijo el cirujano -, te vamos a quitar el dolor.
-¿Cierto? ¿Cómo lo va a hacer?
-Te haremos dormir, y cuando despiertes, no tendrás dolor.
-¿Voy a dormir de verdad?
-¡Sí!
Entonces el niñito se bajó de la mesa de operaciones y se arrodilló. Dijo: “Querido Jesús, el doctor dice que voy a dormir ahora. Por favor, perdona mis pecados y protégeme. Y bendícenos a todos, a cada uno. Amén.
Entonces se trepó a la mesa de operaciones y cerró los ojos.
Cuando el médico, describió este incidente a un amigo en una carta escribió: “Al mirar al niñito arrodillado en el piso de la sala de operaciones, y al escuchar su sencilla oración de fe, de pronto supe que había un Dios y volvió a mí la fe de mis primeros días”.
“Si no os volvéis …como niños”. Dios ayúdanos a tener la fe que no pregunta y la completa dependencia de ti que tienen los niñitos en aquellos en quienes confían, te lo pedimos en el nombre de Jesús.
“Llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:2-3)